«Abuela, guárdame las radiografías para grabarme música»

Hasta mediados de los años 60, la música underground en Moscú, Leningrado y Stalingrado, principalmente, se transportaba en laminas de acetato, previamente usadas como soporte para observar las costillas o los pies de los trabajadores de las fábricas soviéticas. A aquello se le llamó Bone Music, Ribs Music o incluso Roetgen Music.

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Esta entrada esta dedicada a todos ustedes que en su momento taparon con celo los agujeritos que traían en la parte superior los cassettes, a ustedes que compraban fanzines con «flexidisk», a ustedes que estaban pendientes de la fm para grabar su canción favorita, ya fuera de Leño o de los Pecos, de Spandau Ballet o de Bon Jovi. Ustedes entienden la importancia de los objetos que contienen cosas, y atesoran con compulsión de Diogenes, libros, VHS, vinilos, DVDs y ahora discos duros con Gigas y Gigas de películas que nunca volverán a ver y mas libros electrónicos que una biblioteca de tamaño mediano.

Durante el Stanilismo, las actividades juveniles estaban miradas con lupa, y el rock and roll no iba a ser la excepción. Por eso cuando tu primo el húngaro traía de tapadillo un disco de Little Richards o de Gene Vincent, que rompía la monotonía de Tchaickovsky y las canciones georgianas, te empalmadas durante días.

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Algún pionero ya tenia maquinas capaces de grabar sonido, y se usaba papel encerado para ello, pero aquellos discos duraban pocas reproducciones. Entonces a un par de individuos Ruslan Bogoslowski y Boris Taigin, se les ocurre probar a grabar en radiografías, y el resultado fue mejor de lo esperado. A partir de entonces comienza el tráfico de jazz, blues, boogie woggie, swing, rock and roll en acetatos que los hospitales tiraban a la basura o vendían al peso, hay que tener en cuenta que al ser muy inflamables, querían deshacerse de las placas lo antes posible.

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Ser un animador del underground en determinados momentos y lugares, puede ser peligroso, y nuestros amigos Ruslan y Boris, pasaron varias veces por diferentes  gulags, aún así, una vez en libertad, volvían a la carga, vamos, lo mismo que los manteros de hace unos años.

Estos discos en concreto pueden incluso comprarlos a través de Wanderer Records, tienda especialista en compañias del Este.

Aquella industria terminó con la llegada de los cassettes, en el que la piratería campó a sus anchas.

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