¿Que pasa si eres el único medico en una expedición ártica en 1961 y te da una apendicitis? Pues que, o te operas tu mismo, o lo llevas claro…
Leonid Ivanovich Rogozov tenia 27 años por aquellas, y era el único «sanitario» en una base recién construida por su grupo de 12 expedicionarios rusos.
Cuando comenzaron los síntomas; malestar, nauseas, fiebre y un dolor intenso en la zona derecha de su abdomen, sin alarmarse demasiado escribió en su diario:
«Parece que tengo apendicitis. Me mantengo callado al respecto, incluso sonrío. ¿Para que preocupar a mis amigos?¿Para que serviría? El único contacto de un expedicionario polar con la medicina es haberse sentado en una silla de dentista.»
Según avanzan los síntomas, con el dolor y la fiebre aumentando decide contárselo a sus colegas, y así liderar un equipo para salvar su propio pellejo.
El meteorólogo Alexandr Artemev será el encargado del material, el mecánico Zinovy Teplinsky se ocupa de la luz y el espejo, y el director de la base Vladislav Gerbovich, en el banquillo, por si a alguno de los otros les puede el malrollo, y encomendándose a los padres de la patria ya que a los santos no puede, por soviético, documenta fotográficamente el asunto.
Preparan el quirófano, que esterilizan con luz ultravioleta, hierven la sabana y el material quirúrgico y se ponen al lío. Durante una hora y tres cuartos Rogozov se hurga en las tripas, encontrando, seccionando, descubriendo una perforación en el apéndice de 2×2 cm, cosiendo y aplicándose antibióticos.
Dos semanas después, Rogozov esta completamente recuperado haciendo sus cosas de expedicionario polar, un año mas tarde de vuelta a la madre Rusia, donde terminaría su formación y sería galardonado con la Orden de la Bandera Roja del trabajo.
Ay, y a mi me da grima hasta quitarme un padrastro…
Referencias:
- Auto-appendectomy in the Antarctic: case report